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¿Pintar? ¿con gente tan grande? me decían algunos seguros de que la actividad fracasaría rotundamente mientras aún con convicción me encargaba de recordarles a las estudiantes los materiales que necesitaríamos.

El día llegó, entré y las que estaban fuera entraron, mi maestra cooperadora no había llegado y comencé la clase con algunos asuntos generales, recordando los acuerdos para retomar la clase anterior, todas parecieron dispuestas a empezar.

Propuse la actividad con cierto recelo, aún permeada por los comentarios y, como siempre me ha pasado con 11°3 recibí una sorpresa… todas en silencio (casi absoluto) pintándose, reconociendo en sí mismas detalles físicos y sentimentales por los que pocas veces se habían preguntado.

¿Por qué me pinté triste? ¿por qué no puedo pintarme como soy? ¿de verdad esto me representa? ¿por qué quiero usar estos colores  y no otros? ¿por qué tengo los ojos mucho mas grandes en la pintura que mis ojos reales? fueron muchas de las preguntas que se escucharon mientras se dibujaban y pintadas a si mismas.

Me sorprendió bastante que todas llevaran los materiales y entregaran el ejercicio de escritura propuesto la clase anterior. La jornada transcurrió con tranquilidad, todas ellas hicieron sus retratos mientras compartían con sus compañeras.

Pude observar cómo muchas de ellas tienen una imagen distorsionada de sí mismas, de su cuerpo y de lo que son. También pude darme cuenta que estas estudiantes disfrutan de realizar este tipo de actividades que tienen que ver con los otros sistemas simbólicos y son responsables a la hora de la realización de estos deberes.

Las preguntas que me surgen a partir de esta sesión son: ¿Cómo mediar otros contenidos de la lengua castellana a través de los otros sistemas simbólicos? ¿Podría pensarse un currículo de la lengua castellana desde los otros sistemas simbólicos? ¿Cómo podría evaluarse este tipo de actividades?





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