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Siempre me he preguntado constantemente en mi rol de maestra en formación, pero también en el de estudiante si realmente todo lo que a diario veo, conozco, experimento o aprendo sirve para algo o perdurará en el tiempo o si por el contrario se quedará momentaneamente en mi y luego volverá a ser algo abstracto fuera de mi y de mi cuerpo.

“las pruebas saber ahora serán de respuesta abierta” dicen los estamentos gubernamentales mientras pienso en las estudiantes… en mis estudiantes y recuerdo la presión constante durante mi época del colegio: estén temprano en el simulacro, aprendan, rápido, llenen esta forma, vayan a los pre-icfes, no lleguen tarde, no desplieguen por completo el cuadernillo, lleven confites por si se marean… “de ustedes depende la calificación del colegio, haganlo bien”  y ahora me pregunto ¿cuál es la razón de tanta presión?

¿Una prueba demuestra qué se es? ¿demuestra todas aquellas sensaciones y sentimientos que se movilizaron en los estudiantes por medio de las enseñanzas de su maestro? ¿una pregunta, de opción múltiple, en la cuál todas las respuestas caben… define la pasión de un maestro por enseñar y de un estudiante por aprender? ¿define el vínculo?

Son demasiadas preguntas, lo se, pero no dejo de formularlas de forma constante cuanto veo a las estudiantes preocupadas por simulacros, por horarios, por la inscripción e incluso por el lápiz mirado 2 que la máquina no lee o si lee, pero no las veo formulándose preguntas sobre su contexto, sobre los contenidos, sobre el colegio… las veo aprendiendo cómo desdoblar el cuadernillo del icfes.

También pienso en los maestros, para muchos de ellos, dada la filosofía institucional, este es su examen también y de ello dependen muchos asuntos de su trabajo, de la percepción que el colegio tiene de ellos… incluso, su trabajo depende en gran medida de los resultados de los estudiantes en las pruebas de estado.

Bien dice Mauricio Pérez:
En la ronda de culpas y en los estudios asociados a los resultados de la pruebas suele aparecer la familia, y sus condiciones socio – económicas, como factor que explica los bajos logros de sus hijos. Pareciera que la familia no hace lo que le toca, porque no acompaña suficientemente a sus hijos en el aprendizaje, porque no le lee a los niños” (Pérez Abril, 3013).

De allí, valdría la pena entonces preguntarse por el lugar de estas pruebas en la educación de nuestros estudiantes, de la preparación y la necesidad irracional de alcanzar grandes puntajes.

Por ello es necesario que como maestros reflexionemos sobre aquello que es importante, por supuesto sin dejar de reconocer que, las disposiciones Estatales están allí, sin embargo, pueden generarse resistencias a este tipo de prácticas, resistencias que vayan en pro de una educación pensada mucho más desde la experiencia.

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